DESPEDIMOS A CARLOS

Ayer nos toco  despedir a Carlos, ¡qué pena! Aprovechamos al máximo el día junto a nuestro compañero.

(Siento deciros que he tenido problemas con las fotos y no podré mostrar las imágenes tan cariñosas que han surgido entre ell@s, espero poder recuperarlas….¡vaya faena!).

Después de nuestra clase de Música y Educación Física regalamos a Carlos el álbum con todos los dibujos que nuestros naranjitas con tanto cariño han hecho. Carlos nos cuenta que irá a New York en un  avión gigante en busca de «papi», así que  la clase naranja al completo se sube en avión para acompañarlo. El avión destino New York tenía capitanes, azafatas/os, pasajeros/as; ofrecían tentempié a los pasajeros con una soltura y naturalidad,jajaja, ¡tan graciosos!

El tiempo no nos permite llevar a cabo la programación prevista de nuestra  tarde cooperativa así que realizamos una actividad de agradecimiento en gran grupo. Incluimos un corazón de peluche que debemos ir pasando unos a otros, el corazón nos dice «te quiero agradecer…..»cada uno ha expresado al compañer@ de al lado su agradecimiento ..por ser su amigo, por jugar con él, por prestar sus juguetes…..una actividad verdaderamente interesante para niños de estas edades.

Damos lectura al cuento «La manzana que quería ser estrella». Las manzanas guardan en su interior una perfecta estrella de cinco puntas, mostramos este descubrimiento delante de nuestros niñ@s contándoles esta bonita historia:

Había una vez una manzana que siempre había querido ser una estrella. Nunca quiso ser una manzana. Se pasaba los días pensando, ilusionada, cómo sería una vida brillando desde el cielo.

Cada mañana, sus compañeras manzanas la invitaban a unirse a sus charlas y conversaciones divertidas, pero la manzana, nunca quería participar, sólo deseaba ser una estrella.

Un buen día, viendo a una de las ovejas del pastor que balaba hacia el cielo, la manzana le preguntó: 

—¿Ovejita, tú sabes dónde duermen de día las estrellas?

La ovejita, sonriendo, le dijo:

—¿Acaso no sabes, querida manzana, que las estrellas están en el cielo día y noche? La gran luz del sol no nos permite verlas, pero ahí están, en el infinito cielo, siempre con luz. 

A la pobre manzana le entraron muchas más ganas todavía de ser una estrella en lo del alto cielo, y tener siempre luz. Pero era una manzana, y eso la ponía muy triste. 

Otro día la manzana le preguntó a la ardilla, que saltaba de una rama a otra  del manzano:

—Dime, ardilla, ¿las estrellas se mueven o están siempre en el mismo lugar?

La ardilla, sonriendo, le dijo:

—¿Acaso no sabes, querida manzana, que las estrellas se desplazan recorriendo todo el firmamento y a gran velocidad?

—Eso es así—confirmó el caracol.

Con cada cosa nueva que aprendía la manzana sobre las estrellas, le entraban muchas más ganas de convertirse en una de ellas.

Pasó la primavera y la manzana fue creciendo y madurando, triste, ansiando convertirse en estrella. No era feliz.

Llegó el verano, y un día, una familia se acercó hasta el manzano para organizar un picnic bajo su sombra.

Mientras preparaban la merienda, el padre de familia zarandeó el tronco del árbol para conseguir algunas manzanas.

Varias cayeron al suelo, entre ellas, la triste manzana que quería ser estrella.

La hija de la familia la cogió y la olió. Estaba feliz de haber encontrado una manzana tan hermosa para merendar. 

—Mamá, ¿puedo cortarla? 

—Claro cariño, pero hazlo con cuidado. 

La niña, que no sabía muy bien cómo cortar una manzana, la tumbó sobre el plato con el rabito hacia un lado y la partió en dos. 

Cuando separó los dos trozos, la niña se quedó asombrada al ver la estrella de seis puntas que aparecía en el corazón de la manzana. Emocionada, dijo a sus padres: 

—¡Mirad, mirad, qué maravilla! Aquí hay una estrella. 

La manzana había vivido triste toda la vida sin darse cuenta de que dentro de sí guardaba una hermosa estrella y de que, para mostrarla, tenía que abrirse y brindarse a los demás.

 

Una preciosa historia para trabajar la autoestima y ayudar a que nuestros pequeños tengan más confianza en sí mismos.

Tras la merienda despedimos a nuestro compañero Carlos, deseamos lo mejor para él y su familia. Nos alegramos mucho de vuestro paso por Alquería y esperamos volver a veros. Un cordial abrazo de todo el equipo que compone Alquería.

¡ADIÓS CARLOS!