En todos los bosques del planeta, los pocos que quedan, viven una serie de extrañas criaturas. El murmullo de las hojas al mecerse con suavidad, gracias al viento, puede que no sea tal. Esa gran mariposa que despliega sus bellas alas puede ser una pequeña hada. Esos matorrales que se mueven y pensamos que son jabalíes o lagartijas, tal vez sean curiosos elfos o enanos, pero nunca nos atrevemos a mirar.
Ese animal que se cruza con fuerza ante nosotros cuando estamos maltratando el bosque, puede ser un elemental mandado por el rey del bosque el árbol más longevo de todos, se cuenta que ese árbol desprende una gran energía. La fuerza de la vida.
En este mes de marzo, el día 29 tendrá lugar la tertulia literaria sobre este fantástico libro.
Es un libro que es muy ameno de leer y cuyo argumento te atrapará.
Aquí os dejamos su argumento y ficha técnica.
Título: Los lobos de Willoughby Chase Escritor: Joan Aiken Traductor: Elena de Grau Aznar Editorial: Salamandra Colección: Narrativa joven Ciudad: Barcelona
Año: 2010 Nº pág.: 186 ISBN: 978-84-9838-296-9
ARGUMENTO:
Los lobos de Willoughby Chase de Joan Aiken:
Cuando sus padres emprenden un largo viaje y la dejan a cargo de una institutriz en la enorme mansión de Willoughby Chase, la vida de Bonnie cambia radicalmente. La señorita Slighcarp no tarda en mostrar su peor cara, haciendo y deshaciendo con la única intención de enriquecerse a costa de los Willoughby. Fieles sirvientes despedidos, valiosos muebles vendidos, caos, desvarío, confusión… Sin embargo, lo peor está por llegar: Bonnie y su tímida prima Sylvia acaban vestidas con harapos en un siniestro orfanato, un lugar aún más temible que los lobos que proliferan en la zona. Pero, aunque parezca que el mundo se ha vuelto del revés, se vislumbra un atisbo de luz que tal vez les permita escapar de esta pesadilla y luchar por liberar Willoughby Chase de las garras de la infame señorita Slighcarp y sus secuaces.
«Una obra maestra […] una lección de las virtudes que debe poseer un clásico de la literatura infantil: encanto, un estilo propio, talento y la capacidad para crear un pequeño mundo sin ser condescendiente con los lectores más jóvenes.» Time
ASÍ EMPIEZA
Era el anochecer de un día de invierno. Blanca y brillante, la nieve revestía la falda de las colinas, y en el bosque los carámbanos colgaban de los árboles. La nieve se amontonaba en la oscura carretera al otro lado de Willoughby Wold, aunque desde el amanecer centenares de hombres habían estado despejando el camino con palas y escobones. Envueltos en sacos de arpillera para resguardarse del frío glacial, habían trabajado en grupos por miedo a los lobos, más salvajes y temerarios debido al hambre. La nieve también había formado una espesa capa sobre el tejado de Willoughby Chase, una enorme mansión que se erguía en n promontorio en el corazón de la comarca.
Hoy día 13 de Marzo el grupo de 5º E.P.O ha ido a la biblioteca pública de Andalucía y biblioteca de Granada.
Al llegar, hemos entrado en la biblioteca a ver un cuenta-cuentos. El cuenta-cuentos era el escritor Arturo Abad. Ha empezado presentándose a él y a continuación a los ilustradores, Manuel y Patricia. Mientras él nos contaba distintos cuentos, sus compañeros iban ilustrando distintas escenas sobre los cuentos que narraba Arturo.
El primer cuento ha sido uno que contaba la historia de un espantapájaros: a un niño le roban por la noche su cosecha y un hombre jorobado y medio cojo, le dice que han sido los cuervos y la madre le obliga a disfrazarse de naranja.
El siguiente cuento ha sido Taller de Corazones, que trata sobre un hombre que fabrica corazones, y primavera tras primavera le hace un corazón a la señora Reginia, y a cada corazón le añade un trocito del suyo; hasta que una primavera se da cuenta de que solo le queda un trocito.
El próximo cuento se titulaba El Grito en la Arena y trataba de una niña que vivía en el Sáhara y no podía ni gritar ni soñar. Entonces se va con su madre a unas dunas donde la gente puede gritar y soñar lo que quiera, y a partir de ese momento van todos los días a gritar y soñar. Todos los días era un poquito más feliz porque tenía esperanza.
El cuento que le sigue se llamaba La Lechera. Va sobre una muchacha que en vez de vender leche vende jamón. Es tan guapa que el panadero le dice: ¡Dáme tus ojos!, y le dice que no puede porque los tiene pegados a la cara;el verdulero le dice: ¡Dáme tu boca!, y la lechera dice que no puede por que la tiene pegada a su cara; y el carnicero le dice que le de su mano, pero dice que una leche y así todos los días hasta que una noche el carnicero va a su casa para que la lechera le de su corazón. Cuando lo consigue la lechera descubre que solo quería besarle.
El cuento que seguía ahora se titulaba el Sol y la Luna. Trataba de que la luna se enfada con el sol porque los girasoles no la miraban a ella y después el sol se enfada porque no puede ver las estrellas. Entonces un día se acaban abrazando y así la luna puede ver a los girasoles y el sol a las estrellas.
Zimbo era el título del siguiente cuento. Zimbo es un títere que solo quiere ser libre de las cuerdas que lo manejan. Entonces una noche le pide a su amo que le deje ser libre. Como su amo no le hace caso, Zimbo cuando llega la noche, coge unas tijeras y por fin es libre y descubre el mundo que nunca había explorado.
El último cuento se llamaba el Alma que Brilla. Va sobre que un hombre joven tiene un abuelo al que le brilla el alma; entonces el hombre le pide que apague las farolas de la calle, le pide que apague la luna, y le pide que apague las estrellas, y todo esto lo hace. Cuando lo ha hecho el nieto le dice que solo quería ver su alma que brilla.
Al llegar a la clase de informática, nos inundaron unas notas musicales deliciosas provinientes de algún instrumento de aire.
Una vez que habíamos atravesado la sala, vimos en el pasillo, seguida de una senda de bichos malignos dormidos, a nuestra «profe» de música, Elena, tocando una flauta mucho más larga que una normal, y que me recordó a las flautas élficas. Pero ella no nos vio.
Cuando nos disponíamos a bajar las escaleras, miré por la ventana, y vi a Ana, la maestra de Arte en el patio, liderando de forma heróica un batallón de hombrecillos de arcilla, y entonces supe que teníamos que hacer algo por nuestro «cole».
Y así, de súbito, me vino a la cabeza la idea de que desde la ventana de la clase de música podríamos atraer al dominio jefe y así asestarle un «mamporrazo» mortal. Le expliqué mis planes a David, pero él me dijo que al bicharraco aquel no se le podía matar de un golpe. Tenía razón, de modo que pensé, y recordé el proverbio egipcio: «si conoces el nombre de las cosas, tienes poder sobre ellos». Le conté a mi «compi» mis nuevos planes, él asintió.
Una vez en la ventana, nos dedicamos a pensar en el nombre del demonio, eso sí, después de observar la épica batalla entre el demonio jefe y Rosi, nuestra «dire», que ahora tenía pinta de Dumbledore.
¿Cuál podría ser?, hum.. Y entonces, se me ocurrió una idea: le pregunté a David, qué le parecía el día de hoy. Lo meditó mucho. Hoy había sido entretenida, pero el «cole» estaba a punto de ser destruido. De modo que me repondió:
– Un día aciago.- Asentí, y entonces, arrojé mis dos espadas al demonio, que le acertaron en el brazo. Este se encaró hacia nosotros, y dijo:
– Yo soy el Caos, y vengo a destruirlo todo.
– ¡Oh,encantador!- replicó David.
Mientras yo, con nervios de acero, le respondí:
-¡Yo te nombro por tu nombre secreto, Día Aciago, y te ordeno que te…- David terminó la frase.
-¡…vayas a la «m» y no vuelvas jamás! si no…- se crujió los dedos.
La verdad, su frase fue un tanto fuera de lugar, pero bastó como para finalizar el día más corriente en el cole.
Me lancé hacia los bicharracos enormes y monstruosos que parecían poder mover los pilares de Notre Dame. Todo ocurrió muy rápido; mi compañero hizo estallar en llamas a su adversario, y yo, pues bueno, ya sabéis…
Como nos venía de perlas, subimos las escaleras hacia las aulas de infantil. Allí, nos metimos en una clase que tenía vistas al patio; allí un personaje con el pelo pincho se había atrincherado en una esquina y chutaba balones con una potencia y velocidad descomunales. Mientras que otro, en la puerta del aulario, lanzaba lápices a reacción y se parecía mucho a Tintín.
Entonces pensamos: «si en el patio no estaba el jefe de aquella «marabunta», ¿dónde estaba?»
Exacto, en el jardín. La forma más segura de llegar sería atravesando la casa.
Cuando nos encaminábamos, escuchamos a alquien en una de las clases hablando en un idioma parecido al inglés, y que explicaba algo similar a mis deberes de inglés, lo cual hacía enloquecer a los monstruos, puesto que algunos se tiraban por la ventana.