En todos los bosques del planeta, los pocos que quedan, viven una serie de extrañas criaturas. El murmullo de las hojas al mecerse con suavidad, gracias al viento, puede que no sea tal. Esa gran mariposa que despliega sus bellas alas puede ser una pequeña hada. Esos matorrales que se mueven y pensamos que son jabalíes o lagartijas, tal vez sean curiosos elfos o enanos, pero nunca nos atrevemos a mirar.
Ese animal que se cruza con fuerza ante nosotros cuando estamos maltratando el bosque, puede ser un elemental mandado por el rey del bosque el árbol más longevo de todos, se cuenta que ese árbol desprende una gran energía. La fuerza de la vida.
Rafael nos ha presentado esta semana su conferencia sobre las piedras preciosas, tema que le llama la atención y del que conoce bastante y de primera mano. Su exposición fue muy interesante.
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Carmen López Esquitino nos ofreció, hace un par de años, una estupenda conferencia sobre la Unión europea. Como ahora estamos investigando y trabajando sobre este tema, la publicamos para consultarla. Haremos un buen uso de ella.
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Hace unos años, una mujer soltera quería tener un hijo y buscando encontró una receta que decía:
«Enrique en conserva». Esta receta le encantó, por lo que se puso manos a la obra.
INGREDIENTES
Enrique en conserva
– 3 cl. de sangre de leopardo.
– 3 gr. de cerebro de delfín.
– 4 patas de mono.
– 1 L. de café
– Un trozo de un balón de cuero.
– Un trozo de llanta de bicicleta.
UTENSILIOS
– Thermomix.
– 1 bol.
– Un maniquí de unos 148 cm.
– Una lata de conservas de 150 cm.
– Una batidora.
PREPARACIÓN
Echar en la Thermonix los 3 gr. del cerebro de deflfín, las patas de mono, el trozo de llanta de bicicleta. Después batir hasta que quede todo líquido. Con esta mezcla se consigue que el individuo sea deportista e inteligente.
Echar la mezcla en un bol, y mientras se remueve añadir poco a poco los 3 cl. de sangre de leopardo y el litro de café. El resultado líquido quedará de un color amarillento.
Dejar reposar durante dos horas. cuando haya tomado un tono rojizo introducir la masa dentro del maniquí. A continuación, meter el maniquí en la lata de conservas y cerrar muy bien.
Cuando transcurran once años, abrir la lata, echarle encima una taza de café y estará listo para utilizarse.
Si no funciona correctamente, si Enrique en conserva no se mueve, ¡es que eres un mal cocinero!
En este mes de marzo, el día 29 tendrá lugar la tertulia literaria sobre este fantástico libro.
Es un libro que es muy ameno de leer y cuyo argumento te atrapará.
Aquí os dejamos su argumento y ficha técnica.
Título: Los lobos de Willoughby Chase Escritor: Joan Aiken Traductor: Elena de Grau Aznar Editorial: Salamandra Colección: Narrativa joven Ciudad: Barcelona
Año: 2010 Nº pág.: 186 ISBN: 978-84-9838-296-9
ARGUMENTO:
Los lobos de Willoughby Chase de Joan Aiken:
Cuando sus padres emprenden un largo viaje y la dejan a cargo de una institutriz en la enorme mansión de Willoughby Chase, la vida de Bonnie cambia radicalmente. La señorita Slighcarp no tarda en mostrar su peor cara, haciendo y deshaciendo con la única intención de enriquecerse a costa de los Willoughby. Fieles sirvientes despedidos, valiosos muebles vendidos, caos, desvarío, confusión… Sin embargo, lo peor está por llegar: Bonnie y su tímida prima Sylvia acaban vestidas con harapos en un siniestro orfanato, un lugar aún más temible que los lobos que proliferan en la zona. Pero, aunque parezca que el mundo se ha vuelto del revés, se vislumbra un atisbo de luz que tal vez les permita escapar de esta pesadilla y luchar por liberar Willoughby Chase de las garras de la infame señorita Slighcarp y sus secuaces.
«Una obra maestra […] una lección de las virtudes que debe poseer un clásico de la literatura infantil: encanto, un estilo propio, talento y la capacidad para crear un pequeño mundo sin ser condescendiente con los lectores más jóvenes.» Time
ASÍ EMPIEZA
Era el anochecer de un día de invierno. Blanca y brillante, la nieve revestía la falda de las colinas, y en el bosque los carámbanos colgaban de los árboles. La nieve se amontonaba en la oscura carretera al otro lado de Willoughby Wold, aunque desde el amanecer centenares de hombres habían estado despejando el camino con palas y escobones. Envueltos en sacos de arpillera para resguardarse del frío glacial, habían trabajado en grupos por miedo a los lobos, más salvajes y temerarios debido al hambre. La nieve también había formado una espesa capa sobre el tejado de Willoughby Chase, una enorme mansión que se erguía en n promontorio en el corazón de la comarca.