¿Quién soy yo?

La actividad ¿Quién soy yo? se enmarca en una propuesta didáctica orientada al desarrollo integral del alumnado, con el objetivo de favorecer procesos de autoconocimiento, autoexpresión y socialización. Se trata de una experiencia en la que convergen distintas dimensiones pedagógicas: la reflexión personal, la representación simbólica a través del lenguaje gráfico y la comunicación oral en el grupo-clase.

En consonancia con un enfoque competencial, la actividad contribuye de manera significativa a la formación de la identidad personal y social, al mismo tiempo que promueve la adquisición de habilidades comunicativas, artísticas y metacognitivas.

En un primer momento la actividad está orientada al autoconocimiento. El alumnado dedica un tiempo a pensar e identificar sus intereses, aficiones y rasgos personales que configuran su identidad. Este ejercicio favorece la construcción del autoconcepto y la consolidación de la autoestima, elementos esenciales en la etapa escolar para el desarrollo de la personalidad y la autonomía moral. Los ponemos en común y nos ayudamos unos a otros poniendo en valor aspectos positivos de los demás.

Más tarde a través de la dimensión artística y expresiva los alumnos y alumnas trasladan sus reflexiones a una plantilla, empleando principalmente el lenguaje gráfico y simbólico. Dibujos de objetos o actividades significativas (deportes, teatro, manualidades, juegos de mesa, etc.) se convierten en representaciones personales que facilitan la comunicación no verbal y refuerzan la capacidad de simbolización.
Desde una perspectiva didáctica, este momento potencia el desarrollo de la competencia artística y cultural, así como la capacidad de plasmar ideas de manera creativa.

También ha estado presente la competencia comunicativa y social. Una vez elaboradas las producciones, se pasa a la fase de exposición oral. El alumnado presenta su trabajo al grupo, explicando los elementos seleccionados y justificando sus elecciones. Esta dinámica fomenta la expresión oral en público, la organización del discurso, el uso adecuado del lenguaje y la escucha activa por parte del resto del grupo.
Además, favorece la construcción de un clima de respeto y reconocimiento mutuo, lo que contribuye al fortalecimiento de la competencia social y la convivencia.

En nuestro tablón del pasillo, “nuestro escaparate “ acompañados de la fotografía y el nombre de cada alumno o alumna se puede visualizar el producto final. Esta exposición otorga visibilidad al proceso y supone un elemento motivador y regulador del esfuerzo. El hecho de que sus producciones trasciendan el ámbito individual y se conviertan en un recurso visible para familias, profesorado y otros grupos de alumnado, otorga mayor sentido a la tarea y fomenta la responsabilidad en el proceso de elaboración. De este modo, lo que inicialmente podía presentarse como un simple boceto personal se transforma en una producción con proyección comunitaria, incrementando el compromiso, la implicación y la valoración del propio trabajo.

Para culminar el proyecto desde una perspectiva interdisciplinar, la actividad se ha vinculado con el área de Educación Artística a través de la realización de un autorretrato. En este caso, el alumnado trabajó la observación de su propia imagen frente al espejo, atendiendo a los rasgos físicos y a los detalles que les hacen singulares. Este ejercicio no solo refuerza la capacidad de observación y representación plástica, sino que también contribuye a la construcción de la identidad personal desde la dimensión corporal, favoreciendo la integración entre el quién soy en lo interno (aficiones, intereses, valores) y lo externo (rasgos físicos, autopercepción). De este modo, se potencia un aprendizaje globalizado que conecta diferentes áreas del currículo en torno a un mismo eje vertebrador: el conocimiento de uno mismo.

Tatiana Molina -tutora 2ºEPO-