La vida en un bosque, 2ª parte

Siempre cerca del árbol mítico hay una serie de elfos que quieren transmitir contacto con la naturaleza o relajarse.

Tenemos una imagen muy equivocada de lo que son los elfos. Creemos que son esas pequeñas criaturas que saben volar, pero todo lo contrario, son criatruas de dos metros y medio, su color de piel es un tono entre azulado y verde, sus brillantes y vivaces ojos son de color madera castaño o verde, como el reluciente pasto que crece entre la foresta, e incluso algunos poseen unos ojos del color que adquiere el follaje de un roble cuando está en otoño. Sus largas y portentosas melenas son de un color cobrizo como el trigo y su cuerpo verde, robusto, atlético, musculoso pues no hay nada que objetar.

Además esa imagen de criatura inofensiva y cariñosa es totalmente mentira, son seres a los que como les faltes el respeto sacan una daga de su cinturón y ya no cuento más.

Esas orejas puntiagudas no lo son tanto como cuentan, bueno al fin y al cabo, no somos tan diferentes a ellos, salvo en los cuernos.

Las criaturas más próximas a ellos son los elementales, seres compuestos de polvo, hojas o incluso pétalos de flores. Por no mencionar los tres más básicos: los de la tierra, los del agua y los del viento. No tienen forma, además pueden adoptar la que ellos quieran o las que la madre tierra les proporcione. Van y vienen, aparecen y desaparecen, cuando ellos quieran.

Hablan con el silvido del viento y su función en un bosque es proteger las partes dañadas de él. Algunos dicen que son las almas de los árboles pidiendo ayuda.

ANDRÉS.