PESPUNTES DE OTOÑO

Detrás de cada aprendizaje hay una estructura neurológica capaz de sustentarlo.

La costura contribuye al desarrollo de la psicomotricidad fina. Ésta se refiere a todas las actividades o acciones que realizamos específicamente con las manos, y para las cuales se requiere un control óculo-manual. La motricidad fina que interviene en los procesos de esta tarea, implica un nivel elevado de maduración. Enhebrar, hilvanar, coser… son actividades que necesitan un alto nivel de coordinación motriz.

Los músculos del antebrazo, mano y dedos forman una combinación magistral, con un orden y perfección de funciones biomecánicas, que permiten la riqueza de movimientos que nuestras manos realizan. Esta coordinación neuro-muscular tiene doble función. A la vez que se activan las unidades motrices, tenemos en funcionamiento otras unidades de percepción: táctil, visual, cinestésica.

Las destrezas de la motricidad fina se desarrollan a través del tiempo, en función de las referencias espacio temporales y del conocimiento, todo ello posibilitado a través de la experiencia, de las vivencias. Esta  práctica forma parte de  ellas.

Ana Martín