¿DÓNDE ESTAN LAS EMOCIONES?

En el contexto social, el reconocimiento de las emociones en los demás,  supone la captación e integración de los aspectos físicos relativos a los movimientos de los músculos faciales de aquellas personas con las que convivimos.

Llevamos tiempo parapetados tras una máscara que, para relajación de los tímidos, nos ha privado de la mayoría de los indicativos de las expresiones faciales.

Lo que no vemos, parece que no existe. ¿Acaso nuestras emociones han desaparecido a los ojos de los demás? ¿Está influyendo esta hibernación facial en la comunicación con los otros? Cada día somos más conscientes del camuflaje al que se han visto sometidas las señales emocionales.

Cierto es que la percepción visual no se produce de manera pasiva y automática y que construimos la información que recibimos y, participamos en la percepción de aquello que estamos viendo a través de nuestras motivaciones,  de las expectativas que proyectamos o, incluso,  de las experiencias previas que tengamos.

Necesitamos indagar y localizar nuestras propias efervescencias emocionales, de tal manera que el contexto de entrega y recepción se enriquezca.

Los alumnos de tercero han indagado sobre aquellas emociones que forman parte de sus vivencias.  Hablamos de la diferencia entre los sentimientos y las emociones y decidimos dibujar aquellas que son significativas para cada uno de los alumnos.

El reconocimiento de nuestros estados emocionales nos proporciona información sobre nosotros mismos, impulsa el auto-conicimiento. Como seres sociales que somos, la regulación y el autocontrol emocional facilitan la adaptación externa al medio cultural y contribuyen  en la construcción de la identidad social.

Ana Martín