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RECORRIDOS PERSONALES

Pedimos a los alumnos de tercero que representen en un plano el recorrido diario que hacen de su casa hasta el colegio. Esos recorridos cotidianos suelen estar asociados a miradas cargadas de rutina. Queremos que los alumnos desarrollen el trazado del mapa mental e incluso sentimental de su trayecto hasta el colegio. No es una reproducción exacta, mas bien imaginaria, evocadora de aquellos lugares que a ellos les llaman la atención durante el recorrido.

Caminos, carreteras, cultivos, edificios… todos ellos emergen inundando el espacio dibujado:

«Parque de la ciencias, granja de vacas, el Corte Inglés, túnel, Aldi, Mercadona, mesón, hospital, la vega, rotonda, Nevada, Camaura, quiosco, restaurante, campo del Granada, Sierra Nevada, casa que se vende, Sierra Elvira, Chauchina, pantano, Puleva, parque, gasolinera, policía, Gran Hotel, aparcamientos, mirador de la Lona, parque».

La percepción espacial conlleva la toma de conciencia y el conocimiento del medio en el que se desarrollan. Esa toma de conciencia de su situación en el espacio, su entorno y los objetos o elementos que en él se encuentran, supone un desarrollo de la memoria y de la abstracción. La orientación espacial capacita para el reconocimiento topográfico. La memorización de rutas y trayectos, la interpretación de los signos y elementos del entorno desarrollan su inteligencia espacial.

¿Qué observan nuestros alumnos mientras hacen su trayecto diario al colegio? La exploración directa del terreno ocasionaría otra mirada, otras experiencias más dotadas de significados. El trayecto en auto puede ser desorientador, aún así puede ser una buena ocasión para explorar visualmente el paisaje y aportarles herramientas para analizar el terreno, no solo físico, además el social y cultural. Esos elementos de análisis, de cualquier trayecto,  tienden un puente muy interesante entre el paisaje particular de las memorias personales y el paisaje colectivo.

Esta práctica supone un esfuerzo de reflexión, un proceso de interpretación y análisis que les va a aportar conceptos de orientación espacial y temporal. Ampliar la mirada, interiorizar el paisaje vivido, origina una construcción intelectual, una geografía del alma, en la que la memoria es la que caracteriza el paisaje y su representación, ese paisaje afectivo que irá formando parte de su propia identidad.

Ana Martín