Sembrando buenas palabras, sembrando vida

Esta semana en nuestra clase de segundo de primaria hemos hecho una actividad muy especial para conocernos mejor, valorar nuestras cualidades y aprender a mirar con ojos amables a los demás. A veces, los niños y niñas (también los adultos) no somos plenamente conscientes de todo lo bueno que tenemos, o creemos que los demás no ven o valoran esas aspectos. Con esta propuesta hemos querido reflexionar sobre esa diferencia entre cómo me percibo yo mismo y cómo me perciben los demás.

La actividad ha consistido en que cada alumno y alumna llevaba pegada en la espalda una camiseta de papel. Durante un rato, todos fuimos paseando por el espacio y escribiendo en las camisetas de compañeros y compañeras cosas positivas sobre los demás: “eres muy divertido”, “me gusta jugar contigo”, “dibujas muy bien”, “eres amable”, “me ayudas cuando lo necesito”…
El único requisito era centrarse en lo positivo, en aquello que valoramos del otro, en lo que nos gusta de él o ella.

Después, cada uno compartió qué cosas pensaba que habían sido escritas en su camiseta y cómo creía que los demás lo ven. Luego vino el momento más esperado: quitarse la camiseta de la espalda y leer en voz alta lo que los compañeros y compañeras habían escrito. Fue un momento lleno de sonrisas, sorpresa, emoción y orgullo.

La actividad nos sirvió para hablar sobre la autoimagen, la percepción externa y el autoconocimiento. A veces las cosas que más nos gustan no coinciden con las que mejor se nos dan, o si. Otras veces no coincide la percepción propia con la externa, otras si.
Además, pudimos comprobar que los demás ven en nosotros aspectos que quizá no habíamos notado o que no valorábamos tanto. Aprender a aceptar los cumplidos, reconocer nuestras fortalezas y ver lo bueno en los demás es una habilidad emocional fundamental que trabajamos desde edades tempranas.

Esta actividad, más allá de su apariencia sencilla, tiene una gran profundidad educativa, ya que contribuye de forma directa al desarrollo integral del alumnado. Les ayuda a construir una autoestima positiva y realista, a reconocer y poner en valor sus propias fortalezas, y a comprender que la identidad personal se nutre tanto de la mirada interna como de la externa. Además, fomenta la empatía, la escucha activa y la expresión emocional respetuosa, aspectos esenciales en la educación emocional y social. A través de este ejercicio, los niños aprenden a mirar al otro con respeto y aprecio, a aceptar el reconocimiento sin vergüenza y a descubrir que todos tenemos cualidades únicas que enriquecen al grupo.

Esta semana, como cada viernes, nuestra clase ha visitado el huerto escolar, un espacio que cuidamos con mucho cariño. Nos encanta ver cómo cambia con las estaciones y cómo, poco a poco, lo que sembramos va creciendo gracias a nuestros cuidados. En esta ocasión, hemos plantado habas y ajos, dos cultivos típicos del otoño que nos permitirán observar a lo largo de los próximos meses todo el proceso de crecimiento, desde la semilla hasta la planta.

Antes de sembrar, hablamos sobre qué necesitan las plantas para vivir: tierra, agua, sol y, sobre todo, paciencia y cuidado. El alumnado participa activamente preparando la tierra, haciendo los agujeros y colocando las semillas con mimo. Fue un momento de trabajo en equipo, de observación y de respeto por la naturaleza. También reflexionamos sobre cómo los cultivos cambian según la época del año y cómo el huerto es un ejemplo de ciclo vital y responsabilidad compartida.

Más allá de una simple actividad de ciencias, es un laboratorio vivo. A través de él, el alumnado aprende sobre el paso del tiempo, la importancia de cuidar lo que tenemos, el esfuerzo constante y la satisfacción de ver los resultados del trabajo propio.

Tatiana Molina -Tutora 2º EPO-