DIBUJANDO EMOCIONES

Cuando trabajamos sobre una emoción, estamos validando su existencia. A partir de ahí, hace falta un laborioso ejercicio de reconocimiento de nuestras propias emociones. Otro ejercicio aún más laborioso, o si cabe prolongado en el tiempo, es el control de sus efectos sobre nuestra propia existencia y cómo repercuten en nuestra socialización.

La incidencia en nuestro interior, del control o descontrol, de las emociones se manifiesta  de muchas maneras; generalizando podemos decir que generan estados de ánimo muy diversos: autoestima variable, abatimiento, dolores de cabeza o de barriga, vitalidad, energía…

El rostro es el espejo por el que se asoman al exterior nuestras emociones, nuestras cejas se elevan, la boca se abre, los ojos se cierran, se frunce el entrecejo…, todos los elementos del rostro se mueven expresando lo que sentimos ante una emoción.

Dibujamos diversas partes del rostro tratando de expresar una emoción. Pretendemos poner al alumno en situación de distinguir los rasgos faciales que caracterizan cada emoción; para ello deben dibujar ojos, boca nariz o cejas en diversas posiciones.

Tras ensayar diversos bocetos en su cuaderno de artística, eligen una de ellas para el trabajo definitivo: sorprendido, alegre, triste, ilusionado, pensativo, feliz, aterrorizado, fastidiado, eufórico…

La riqueza expresiva del rostro se ha hecho patente en este trabajo.

Ana Martín