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Trabajando funciones ejecutivas

ESTRATEGIAS DE CÁLCULO

Cada semana dedicamos un tiempo especial al desarrollo del cálculo mental rápido. Para ello, utilizamos las ya conocidas plantillas con 60 operaciones que deben resolverse en un máximo de dos minutos. El sistema funciona por niveles: solo al completar correctamente todas (mínimo 55) las operaciones se puede avanzar al siguiente. El alumnado también pueden seguir practicando desde casa y diferentes momentos con juegos simples.

En estos días hemos añadido una nueva modalidad: el cálculo rápido con dados. En parejas y utilizando dos dados, compiten para ver quién logra sumar o restar los números obtenidos con mayor rapidez.

El trabajo constante del cálculo rápido no solo busca la mejora de su velocidad y precisión numérica, sino que persigue otros objetivos pedagógicos como son el refuerzo de la agilidad mental, la memoria operativa y la capacidad de concentración. Estos aspectos son fundamentales para el razonamiento lógico-matemático y repercuten de forma directa en la resolución de problemas más complejos.

Además, dominar las operaciones básicas sin necesidad de recurrir constantemente a procedimientos escritos, uso de los dedos o calculadoras libera recursos cognitivos, permitiendo que puedan centrarse en la comprensión de conceptos matemáticos de mayor nivel. De esta manera, el cálculo rápido actúa como un pilar sobre el cual se construyen aprendizajes más significativos y duraderos.

Incorporar dinámicas lúdicas, como el uso de dados o los retos por niveles, motiva al alumnado y promueve una actitud positiva hacia las matemáticas. El juego fomenta la cooperación, el respeto a los turnos y la sana competencia, transformando una actividad rutinaria en una experiencia participativa y estimulante.

OPERACIONES BÁSICAS

Hemos trabajado en el recordatorio de la resolución de la suma y la resta. El objetivo ha sido recordar y afianzar el proceso, prestando atención a la colocación correcta de los números en la rejilla, la orientación y el uso del espacio. Estos aspectos, aunque parezcan sencillos, requieren práctica constante, ya que tienden a olvidarse con facilidad.

Cada cual avanza a su propio ritmo a la hora de descomponer, componer o quitar. Lo verdaderamente importante no es el camino, sino comprender el proceso y llegar correctamente al resultado. Poco a poco, vamos reduciendo pasos y buscando la forma más rápida y lógica de resolver las operaciones. Este proceso implica un gran esfuerzo mental, razonamiento y la aplicación de estrategias que fomentan la autonomía y la reflexión.

El error como aprendizaje

Cuando aparece un error, la reacción más común es borrar todo y volver a empezar. Trabajamos para cambiar esa tendencia y entender que el error forma parte del aprendizaje. Les oriento a  revisar los pasos, analizar dónde se ha producido el fallo y reflexionar sobre cómo corregirlo. Este análisis pausado, aunque lleva tiempo, resulta mucho más eficaz y valioso a largo plazo. Les ayuda a desarrollar pensamiento crítico, conciencia del propio proceso y seguridad en sí mismos. Estamos en ello.

CALMA Y ATENCIÓN

En este tiempo hemos dedicado algunos minutos de algunas sesiones a trabajar sobre la atención y la calma en el aula, el objetivo principal es aprender a parar, tomar conciencia, conectar con uno mismo, reconocer las emociones y elegir cómo reaccionar ante ellas. Las dinámicas que seguimos son siempre sencillas, adaptadas a la edad del alumnado y sin ninguna connotación religiosa o filosófica. Se busca favorecer el bienestar, la concentración y la regulación emocional.

Entre las prácticas que hemos hecho hay ejercicios de respiración consciente, como centrarse en el aire que entra y sale o acompañar la respiración con movimientos suaves, atención plena, «mi nube» o la técnica del espagueti. Este tipo de ejercicios ayuda a soltar tensiones y a tomar conciencia del propio cuerpo.

El ambiente en estas sesiones es esencial, bastante oscuridad, voces suaves y audios armoniosos, e incluso un difusor de esencias que aporta un aroma agradable para crear una atmósfera tranquila y acogedora. Tras cada práctica, se ofrece un breve espacio de diálogo donde el alumnado puede compartir cómo se ha sentido, entendiendo que no hay una manera «correcta» o «incorrecta» de hacerlo; cada experiencia es válida y forma parte del aprendizaje emocional.

Estas prácticas están estrechamente relacionadas con el desarrollo de las funciones ejecutivas, que son las habilidades mentales que nos permiten dirigir la atención, regular las emociones y comportamientos, planificar, adaptarnos y resolver problemas.

  • atención sostenida y selectiva: al centrarse en la respiración o en el propio cuerpo, entrenan su capacidad de mantener el foco y resistir distracciones.

  • control inhibitorio: aprender a detenerse antes de reaccionar impulsa la autorregulación y el pensamiento reflexivo.

  • memoria de trabajo: al seguir instrucciones y mantener la atención en el presente, refuerzan su capacidad de procesar información.

  • flexibilidad cognitiva: al observar emociones sin juzgarlas, aprenden a ver las situaciones desde diferentes perspectivas.

  • autorregulación emocional: al reconocer cómo se sienten, ganan herramientas para gestionar el estrés, la frustración o la impulsividad.

De este modo, estas prácticas no son sólo una herramienta de relajación, sino una estrategia pedagógica que favorece la atención, la calma y la convivencia positiva. (Aunque sé que os encantaría ver fotos de estas actividades, no las hay, ya que todos, incluida yo, estamos plenamente implicados en la práctica, cada uno a su ritmo y de acuerdo a sus posibilidades).

Os recuerdo que la próxima semana tenemos prevista una actividad para la que necesitamos un recipiente (que os cuenten) y también la salida a La Vega, consultad la agenda.

Buen fin de semana.

Laura Justicia