El viaje a Aguadulce comenzó cargado de emoción, nervios y ganas infinitas de pasarlo en grande.
Desde el primer minuto en el autobús, una única pregunta se repitió como banda sonora:
—¿Cuándo llegamos? ¿Y qué vamos a hacer?
Parecía que la emoción no cabía en los asientos.
Tras mil risas y canciones improvisadas, por fin… ¡llegamos a la explanada del Oasis! (el mítico «Mini Hollywood» para los nostálgicos).

Una fruta, una sonrisa… y ¡entradaaaa triunfal! Nos esperaba un decorado digno de película del oeste.
El espectáculo comenzó con vaqueros, duelos y bailes en la cantina.
Recorrimos el poblado con ojos curiosos, descubriendo museos de cine, de carros, la iglesia, el herbolario-botica, el cementerio… ¡todo un paseo por el Lejano Oeste!
Pasamos a la parte botánica, explorando la flora de paisajes desérticos como si estuviéramos en medio del desierto.
Y como las aventuras dan hambre, tocó almorzar para recargar pilas.
Por la tarde, la fauna nos conquistó. El espectáculo de aves fue impresionante: alas rozando cabezas, vuelos imposibles y caras de asombro por todas partes.
Seguimos el recorrido por la reserva zoológica del parque, con más de 800 animales de 200 especies diferentes, ubicada en el corazón del desierto de Tabernas.
Hicieron sus compras de recuerdos, colgantes, pulseras, lápices gigantes y algunos optaron por comprar chuches (será que no dijimos que debía ser un recuerdo!)
A las 18:00 h, vuelta al autobús rumbo a Aguadulce.
El objetivo principal y lo que más emoción hacía sentir era… conocer el albergue y, sobre todo… ¡las habitaciones!
Reparto, maletas fuera, habitaciones organizadas, aseo y ¡a cenar!
El comedor y su buffet libre fueron el siguiente gran evento:
—¡Qué hambre!
—¡Cuánta comida!
La noche se llenó de dinámicas de grupo, canciones, juegos compartidos, risas entre habitaciones, algunos dientes caídos…
A eso de las 00:30h, nadie quería irse a dormir… y, francamente, no lo hicimos del todo.
Hubo visitas nocturnas a las habitaciones de los profes (¡con acompañantes incluidos en la cama de al lado!). ¿Quién puede resistirse a dormir con sus profes?
Las caricias y los achuchones ayudaron a dormir lejos de casa. Las luces seguían encendidas, los profes recorriendo la noche bajo la luz de la luna, las voces bajitas que decían “sshhh, que están durmiendo”… y por fin, a eso de las 2.30 se cerró el último párpado.
SEGUNDO DÍA
Lo mejor aún estaba por venir, los más madrugadores a las 6.20 ya estaban dispuestos con sus luces encendidas y sus juegos de mesa preparados, debían pensar… ¡vamos que se nos va el día! Tras una noche mágica de ocho horas de sueño reparador (intúyase la ironía, jejej)….
ya con todo el personal despierto, las habitaciones recogidas y las camas hechas, nos disponemos a tomar un rico y energético desayuno: cereales, tostadas, fruta, leche, zumo…
Llega uno de los momentos más deseados ¡vamos a la playa! Crema por aquí y por allá, camisetas de protección UPF 50+ (gracias familias por seguir las recomendaciones para el cuidado de vuestros hijos en una jornada playera!), toalla, chanclas y un carro de playa con todo lo necesario para disfrutar del día: sombrillas, tentempié, botiquín, conos, balones, palas, juegos de malabares…
Aunque la temperatura del agua no acompañaba demasiado y hubo alguna «medusita invisible» (que solo vimos los profes, ejem…) nada nos frenó el baño, disfrutaron como nunca!
Castillos de arena, enterramientos hasta las cejas, cariocas, trenzas, abalorios, fútbol, vóley, risas, sol… ¡un planazo!
Regresamos el albergue, duchas, un rico almuerzo para retomar energías y un breve descanso donde siguieron al pie de la letra las recomedaciones: descanso tranquilo con juegos de mesa, sin carreras ni gritos,y por favor sin preguntar una y mil veces: ¿Qué hacemos ahora? ¿Nos bañamos? ¿Qué me pongo? ¿Llevo dinero? ¿Es ahora cuando usamos el bañador? ¿Se pueden comer chuches? Hicieron exactamente lo que les dijimos jajajajajaja
De nuevo jornada en la playa…
Ahora sí! El momento más esperado: ¡la ducha organizada! Todas las habitaciones lograron salir limpias, guapas, perfumadas y con la ropa lista antes de la cena. Bueno… algunos necesitaron una segunda ronda de agua y a otros les acompañaba una nube de colonia que casi flotaba sola.
Después de cenar, la noche se encendió con una velada discotequera con música y todos a baila, con un cachondeo generalizado que acabó en carcajadas colectivas.
Algunos ya no podían con su alma, y algo antes de la medianoche, las camas nos reclamaron, bueno, a casi todos, porque algunos querían seguir de jarana y organizaron alguna fiesta de pijamas clandestina jajajaja
Empiezan de nuevo los mimos, achuchones, visitas a nuestras camas… y la noche de ronda de los profes.
TERCER DÍA
Y llegamos al último día!!! Después de la velada de ayer, la mayoría siguen durmiendo hasta las siete y algo… incluso a algunos hay que despertarlos para ir a desayunar. Los comentarios del estilo «no sé qué me pasa, pero me he levantado cansado» son muy escuchados. A eso se suman propuestas para ir a desayunar del estilo… «¿puedo ir en pijama?» jajaja.
Tras un rico desayuno hacemos las maletas y nos preparamos para continuar con nuestras actividades.
Paseamos por el paseo marítimo, la lluvia apareció y a medio camino volvimos al albergue, pero no importó…seguimos con buen humor porque lo importante es estar con los amigos!
Y llegó el final, como quien no quiere la cosa.
Comimos, nos aseamos y subimos al autobús con un nudo en la garganta y muchas fotos en la memoria.
El viaje de vuelta fue tranquilo, con alguna cabezadita de regalo.
Ha sido un viaje inolvidable. Ese era nuestro objetivo. Para nosotros… ¡lo ha sido! Y más aún las anécdotas vividas y compartidas: enterramiento de «Mr. Alquería», cata de insectos, emergencias capilares de desenredos imposibles, duchas con toallas dentro que están más mojadas que si salieran de la lavadora, una boda «felina/humana», invasión de hormigas en bolsas de chuches, ataque aéreo de mosquitos, juego de «se aventó la chancla», cata de vinagres y pimientas directamente de los recipientes, ducha de sopa por no saber coger la bandeja con equilibrio, animadores/as improvisados/as que nos sacan algunas risas, lanzamiento de jabalina a la fosa de los leones, «guerra del platanito», trampas en la playa cubiertas por una toalla, maleta imposible de abrir porque la contraseña no entraba…
Y a todo esto se sumaba la ¡¡¡¡¡¡consulta médica que abría oficialmente cada mañana y cada noche para pasar consulta y se mantenía las 24 horas para cualquier emergencia!!!!!!
Ha sido un auténtico placer compartir esta experiencia con este grupo maravilloso. Nos reímos, bailamos, corrimos, gritamos, soñamos… y sobre todo, disfrutamos.
A los que os vimos en persona y pudimos hablar algo… gracias. A los que no, esperamos que con esta crónica (y lo que ellos os hayan contado…) os sintáis parte del viaje.
¡Hasta la próxima aventura!
Ana O., Natalia, Juanjo y Laura